viernes, 3 de junio de 2016

ARGENTINA 2001

Las tinieblas se disipan como los miedos, se acrecienta el sonido de mi corazón, dándome cuenta que estoy más vivo que nunca y que nunca dejare de estarlo, soy solo una piedra, pero al mirar de lejos soy la montaña misma, ese aire rancio y picante inunda mi pecho, ardiendo tanto como el dolor de ver el hambre y la muerte, ya nada será lo mismo para mi, soy libre, lo soy desde que decidí hace unas horas poner mi carne como escudo de mi alma y mi alma como protección de mis pensamientos. Como oleada humana nos acercamos a no sé dónde y con el solo sentido de decir acá estamos, comulgamos la misma sintonía, como los peces en los cardúmenes, todo es caos, pero contiene una belleza que subyuga, hipnotiza y conmueve hasta las lagrimas, muestro mis cartas al destino, el decide. El sonido de las púas de maldad silban como los vientos del sur y van a parar a la nada, la misma nada de la que nacieron, estoy parado ahí en el medio del camino, escucho los cascos de los caballos, se aproximan, abro los brazos, miro al cielo, y descubro la tranquilidad en ese cielo azul que vi tanta veces, pero hoy es más bello que nunca, los gritos mezclados dejan una melodía de Ángeles, pasan a través mío, me parto en millones de pedazos y me siento parte del todo y entiendo la poca importancia, de lo que no se puede conservar para siempre.

kamen

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